Igual que en años anteriores, el VII Encuentro de la RVH fue una experiencia fenomenal, divertida y conmovedora.
Cada año también es diferente y esta vez dedicamos un día completo a estar en Rio Blanco Tonaltepec, en casa de Goya Cruz Peralta, un paraje lleno de aire fresco y vida. Ella, su hermana Demetria, su nuera, su esposo y su cuñado, nos dieron una cálida bienvenida y nos llenaron la barriga con delicias locales: atole, frijoles, nopales, chileatole, tortillas de trigo y una salsa memorable.
Visitamos la mina de barro e hicimos una ofrenda a la tierra guiados por Rodolfo y su familia, artesanos de Ixtlán que se sumaron al viaje. Al parecer, el poder de la ofrenda trajo la muy esperada lluvia y caminamos de regreso mojados y felices.
Tocamos el barro y escuchamos las historias de nuestrås anfitrionås. Al calor de la fogata reímos y también lloramos. Al día siguiente conversamos sobre cómo afrontar las diferentes crisis que nos afectan y cómo construir nuevos futuros desde la escucha y desde el agradecimiento hacia la madre tierra.
Gracias, gracias, gracias a quienes asistieron, nos acompañaron e hicieron posible, con su presencia, esta reunión de corazones que creó lazos nuevos y fortaleció los existentes.